viernes, 24 de julio de 2009

VIAJES by José Saramago Llegamos de Lanzarote el último sábado, con escala en Sevilla, y después por carretera hasta Lisboa. El domingo, como expliqué, fuimos a Azinhaga por aquello de la estatua que allí colocaron. El plátano de enfrente de la casa es un autentico esplendor, una gama de verdes riquísima que atrae a una demorada contemplación y me hace pensar: “No mudes, déjate ser como eres”. Inútil deseo, vendrá el Verano con sus calores, el Otoño con el primer frío, y las hojas caerán, el esplendor se apagará, el árbol adormecerá hasta que la nueva primavera venga a tomar el lugar de esta que está terminando.Estos pensamientos sin ninguna originalidad me hicieron recordar el último y breve capítulo de Viaje a Portugal que, oso pensar, alguna originalidad sí habrá tenido. Y pensé que no estaría mal traerlo aquí, cuando estamos a punto de partir otra vez, ahora a La Coruña. Ahí va, para quien le interese:«El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: “No hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fin del viaje es simplemente el comienzo de otro. Es necesario ver lo que no ha sido visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se vio en Verano, ver de día lo que se vio de noche, con sol donde antes la lluvia caía, ver el trigo verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que aquí no estaba. Es preciso volver a los pasos que fueron dados, para repetirlos, y para trazar caminos nuevos a su lado. Es preciso recomenzar el viaje. Siempre. El viajero vuelve ya.» Así es. Así sea. DESENCANTO by José Saramago Todos los días desaparecen especies animales y vegetales, idiomas, oficios. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Cada día hay una minoría que sabe más y una minoría que sabe menos. La ignorancia se expande de forma aterradora. Tenemos un gravísimo problema en la redistribución de la riqueza. La explotación ha llegado a extremos diabólicos. Las multinacionales dominan o mundo. No sé si son las sombras o las imágenes las que nos ocultan la realidad. Podemos discutir sobre el tema infinitamente, lo cierto es que hemos perdido capacidad crítica para analizar lo que pasa en el mundo. De ahí que parezca que estamos encerrados en la caverna de Platón. Abandonamos nuestra responsabilidad de pensar, de actuar. Nos convertimos en seres inertes sin la capacidad de indignación, de inconformismo y de protesta que nos caracterizó durante muchos años. Estamos llegando al fin de una civilización y no me gusta la que se anuncia. El neoliberalismo, en mi opinión, es un nuevo totalitarismo disfrazado de democracia, de la que no se mantienen nada más que las apariencias. El centro comercial es el símbolo de ese nuevo mundo. Pero hay otro pequeño mundo que desaparece, el de las pequeñas industrias y de la artesanía. Está claro que todo tiene que morir, pero hay gente que, mientras vive, tiende a construir su propia felicidad, y esos son eliminados. Pierden la batalla por la supervivencia, no soportan vivir según las reglas del sistema. Se van como vencidos, pero con la dignidad intacta, simplemente diciendo que se retiran porque no quieren este mundo. Esta entrada fue publicada el a las Mayo 29, 2009 y está archivada bajo las categorías El cuaderno de Saramago.